jueves, 23 de junio de 2011

Sexy spa (parte II)

Tan pronto como entramos en el baño turco supe que estaba perdida. Había una pareja en él pero salieron al poco de entrar nosotros. Se les veía felices, muy felices. Nada más entrar, sentimos el impacto de los vapores aromáticos y en pocos segundos, su efecto limpiador, purificante y sobre todo estimulante, sobre nuestra piel. No sabría decir a qué olía pero debía ser una sustancia altamente erótica porque sin apenas tocarnos, los cuatro estábamos excitadísimos.

Poco a poco nos fuimos juntando más. Al principio cada cual con su pareja, luego ya indistintamente. Para mi sorpresa sentí, y no me disgustó nada, el roce de mi amiga L. Empezó acariciando suavemente mi brazo pero al ver que el contacto me agradaba, se fue lanzando cada vez más hasta llegar a los pechos. Viendo el panorama, mi chico se animó a hacerle lo mismo a ella y, por supuesto, M se acercó visiblemente excitado a mí. Comenzó rozando con cuidado mis muslos, lo que me excitó más de lo que nunca hubiera podido suponer. Animado por mi respuesta se acercó aún más y probó a lamer mi vientre, sintiendo muy cerca a su propia mujer, que seguía acariciándome pechos y espalda, sin duda dos de mis puntos más erógenos.


Casi jadeando le pedí que continuara. No se hizo de rogar y bajó con su lengua por mi pubis hasta encontrar mi clítoris, que por cierto estimuló con gran maestría. A la vez, mi mano buscaba su miembro, durísimo, grandísimo. Al ritmo de sus lametones, lo fui masajeando. Para entonces, mi R se había separado ya con L y andaban ocupados en sus propios menesteres. Decidí mirarlos mientras M continuaba con su cunnilingus. Mi excitación iba en aumento. Entre el sugerente ambiente, la habilidad de M y la visión de mi chico haciéndole el amor a mi atractiva amiga, no tardé mucho en explotar en un increíble orgasmo, momento que aprovechó M para montarme sobre él y, hacerme el amor salvajemente, lo que me llevó, para mi sorpresa, a un segundo, y aún más intenso orgasmo.

lunes, 20 de junio de 2011

¿Qué tal lleváis lo de potenciar vuestra diosa interior? yo no sé si sería cosa de mi afrodita o no, pero el viernes por la noche tuve una velada muy, muy especial. Me fui de cena con mi chico y después de una riquísima comida, descubrimos un nuevo bar donde tomar unas copillas. Música de los 80 y ambiente marchoso pero sin agobios. Iban sonando canciones y cada una nos llevaba de vuelta a recuerdos y anécdotas de nuestras primeras salidas nocturnas, de nuestros primeros ligues, de nuestras primeras borracheras...

El caso es que tanto flash back tuvo sus efectos. Quizás fue el recuerdo de esos primeros escarceos y besos robados, el caso es que empezamos a besarnos y ¡uff! ¡menudo beso!


En serio, será porque llevamos ya mucho tiempo juntos y seguramente ya no dedicamos tiempo a besarnos de verdad, o será porque la música nos hizo sentir distintos, o será porque mi afrodita interior estaba juguetona. O quizás es que, como os contaba en el post anterior, prestar atención a los sentidos desde el principio (con una buena cena, por ejemplo) te predispone a sentir más y mejor todo el resto.

Será... ¿qué opináis vosotr@s?

jueves, 16 de junio de 2011

Sexy spa (parte I)

Hacía tiempo que nos habían hablado de aquel sitio. La mayoría del tiempo era un spa de lo más normalito, pero los jueves por la noche reservaba una sorpresa a quien se atreviera a probarlo. Se convertía en un espacio no sólo nudista, también de "ambiente liberal". Lo cierto es que desde el principio nos tentó la idea pero no terminábamos de decidirnos, hasta que una pareja amiga nos dio el empujón definitivo y quedamos en ir juntos.


Al llegar nos quedamos impactados. No sé qué esperábamos pero desde luego no un sitio tan elegante, con tanta clase. En pocos minutos estábamos listos para entrar al primer jacuzzi. Debo confesar que al principio nos resultó un poco violento. Ver a nuestros amigos sin nada de ropa, no sabíamos hacia dónde mirar. Entramos pues rápidamente en el agua, donde al menos nos sentíamos algo menos desnudos.

Las burbujas sin embargo pronto nos relajaron. Había un suave aroma a vainilla y canela en el ambiente que despertaba nuestros sentidos. Empezamos a mirar a otras parejas. Parecían relajadas, jugaban entre ellos, se miraban unos a otros. A nadie parecía importarle lo más mínimo así que nos dedicamos a observar con más detenimiento. Nuestros chicos empezaban a excitarse. Se acercaron a nosotras, comenzaron a acariciar nuestros cuerpos. Pero todavía no nos sentíamos del todo cómodas, sabiendo que igual que nosotras habíamos mirado, otros nos iban a mirar a nosotros.

M propuso un cambio de escenario, ¿qué tal el baño turco? nos pareció bien. Quizás entre los vapores terminaríamos de soltarnos. Sin embargo no pudimos reprimir una sonrisa al verles salir del agua con sus miembros totalmente erectos. Aproveché para mirar a gusto a M, y constaté que mi amiga miraba con la misma atención a mi R. Lo reconozco, en ese momento me sentía muy atraída por él. No pude evitar echarle un buen vistazo también a ella. No tenía mal cuerpo, la jodida. Menudas curvas... nunca había sentido ningún interés por otras mujeres pero aquel ambiente tenía algo tan extremadamente sensual que cualquier cosa era posible.

martes, 14 de junio de 2011

Con cierto sentido (y versión 2, o continuación de la 1)

La siguiente parte del juego, o versión resumida, comienza directamente en la cama (o cualquier otro lugar que os apetezca) pero la base es la misma. Esta vez sí vamos a hacer un esfuerzo extra (y que todos los esfuerzos fueran como este) pasando sentido por sentido. ¿Vamos?

Oido: hablar, en susurros o no, al gusto, pero hablar, contaros lo que os gusta, preguntaros por vuestras fantasías, cosas que os gustaría probar, narrarlas con todo lujo de detalles. Alargarlo tanto como deséeis.

Olfato: recorrer vuestros cuerpos aspirando sus aromas (la parte de la higiene la daremos por supuesta) Cada cuerpo tiene un olor propio, aprende a reconocer el de tu pareja, experimenta también con aceites esenciales o perfumes suaves, descubre cómo se alteran al contacto con cada piel.




Vista: por supuesto, un sentido de lo más erótico. Deleita a tu pareja, o déjate deleitar por un sexy streap-tease (hay un kit en nuestra web por si no tienes mucha idea de cómo hacerlo) Escoge prendas atractivas, ponte guapa, cuida tu piel… lo que nos lleva por cierto al:

Tacto: imprescindible. Acariciar, sentir la suavidad de la piel del contrario (bebe mucha agua y date crema, crema y crema, probablemente nunca te darás demasiada, recuerda, una piel hidratada es una piel sana pero además es muy agradable de acariciar) Recorrer vuestros cuerpos con las manos o sin ellas. Un experimento interesante es atarse (los dos) las manos a la espalda y realizaros un completo masaje el uno al otro. Sin manos sí, ¡utilizar la imaginación!

Gusto: último en esta lista pero no por ello menos importante. Besaros. Recuperar esos eternos besos de adolescentes que poco a poco, quién sabe por qué, se van perdiendo. Pero besaros también por todo el cuerpo. La nuca, la espalda, los lóbulos de las orejas o el dedo gordo del pie, el mapa erógeno de cada uno es muy particular. Descubrirlo y ¡saborearlo!

Recomendación: hacer este ejercicio al menos una vez al mes. Seguro que poco a poco vais incorporando la totalidad de los sentidos hasta al sexo más rutinario. ¡Pasadlo bien!

jueves, 9 de junio de 2011

Arte comestible (parte II)

Viéndole tumbado sobre la cama agradecí sus tendencias metrosexuales. Su pecho perfectamente depilado se me antojaba un lienzo perfecto para expresar mi reciente creatividad gastronómica. Nunca se me había dado bien el dibujo, ciertamente, pero en ese momento me importaba bien poco. Con el bote de chocolate en una mano y el pincel en la otra me senté a horcajadas sobre él, notando de paso cómo su miembro se hinchaba cada vez más, anticipando sin duda lo que debía venir.

Empecé dibujando cualquier cosa, círculos alrededor de los pezones, líneas rectas y curvas entre ellos y su ombligo, poco importaba. Era sólo una prueba. Razonablemente contenta con el resultado decidí aventurarme con algo más complicado. Antes debía borrar mis garabatos. Con evidente placer los lamí despacito, sintiendo su piel reaccionar ante el contacto con mi lengua. De nuevo su miembro se endureció otro poco más. Me estaba excitando mucho, pero aún no había hecho más que una pequeña prueba. Tomé de nuevo el pincel y le miré con ojos de deseo. Intentaría dibujarle a él. Lógicamente no tenía ninguna esperanza de que el resultado fuera muy bueno pero a ninguno de los dos le importaría lo más mínimo.


Empecé a dibujar con una mano mientras con la otra le iba acariciendo las partes del cuerpo que me quedaban más a mano. Me equivoqué. Lamí para corregir. Seguí pintando, cada vez más deprisa, cada vez más excitada. Ni siquiera terminé. Los dos estábamos ya como motos así que, ante las dificultades de un retrato tan complejo opté por abandonar. Me lancé sobre su pecho y chupé, mordí y acaricié cada centímetro de su piel mientras él gemía. Pronto pasé a otras zonas. Su miembro me llamaba descaradamente y tras decorarlo levemente con mi sabrosa pintura pasé a hacerle una larga y lenta felación que terminó de ponerlo a mil por hora, ni más ni menos como estaba yo misma. Entonces quiso invertir los papeles. Tomó él la pintura, me tumbó sobre la cama y se dedicó a decorar mi vulva. Apenas podía esperar al momento de borrar sus propios garabatos, cosa que hizo con su maestría habitual. Tras llevarme a un primer orgasmo, introdujo con cuidado su miembro en mi interior y con extraña parsimonia me fue penetrando despacio, cuidadosamente. Quería volver a llevarme al límite antes de permitirse a sí mismo dejarse ir. Su control fue tal que consiguió trasportarme al séptimo cielo por segunda vez justo en el momento en que él mismo estallaba en su propio explosivo orgasmo.

martes, 7 de junio de 2011

Con cierto sentido (versión 1)

Todos nos sabemos de memoria lo de los cinco sentidos (hasta lo del sexto) Los aprendimos de pequeñitos y nunca dejamos de utilizarlos, aunque a veces no nos damos mucha cuenta de ello. Que levante la mano quien no haya engullido alguna vez su plato de comida sin apenas darse cuenta de lo que estaba ingiriendo. Que levante la mano quien no haya pasado por un espectacular jardín sin prestar atención a sus fragrantes olores.

Y sin embargo los sentidos juegan un papel fundamental en nuestras percepciones, incluso en nuestros recuerdos. Volvamos a levantar manos. ¿Quién no se ha sorprendido alguna vez por una cascada de recuerdos al escuchar determinada música o percibir el olor de un perfume ya olvidado?

Estamos pues de acuerdo en que los sentidos merecen más atención de la que normalmente les prestamos, y el sexo no es ninguna excepción. Os propongo un juego para hoy.

En realidad os propongo dos versiones, más o menos largas según el tiempo de que dispongáis.

Versión 1.

El juego empieza antes de la cena. Tómate tu tiempo para escoger los ingredientes, la receta, dedica el rato necesario a cocinar, a apreciar la textura de los distintos alimentos, disfruta de sus olores, en crudo y al empezar a tratarlos. Pon la mesa de forma especial. Saca un mantel bonito, sus servilletas a juego, una vajilla atractiva, (que no significa cara) Comer es todo un arte y hacerlo bien requiere su tiempo (no todos los días se puede, de acuerdo, pero al menos de vez en cuando no me direis que no vale la pena)


Llegó el momento. Estáis sentados a la mesa (y esta parte del juego sí puede realizarse en familia así que eso no es excusa) y toca degustar el resultado de tanto esfuerzo (que casi nunca es tanto, dicho sea de paso) Por favor, no pongáis la tele, es un desperdicio. En la mesa debería disfrutarse de una agradable conversación, que no distraiga la atención de lo que se está comiendo. Sé que es difícil concentrarse en los sentidos al comer, estamos muy mal acostumbrados a hacerlo rápidamente y sin prestar atención así que habrá que hacer un pequeño esfuerzo. Os propongo animaros entre vosotros a describir los distintos sabores y texturas de lo que vayais probando. El mero hecho de tener que hablar de ello os forzará a prestar esa atención. No siempre es fácil encontrar las palabras pero en realidad eso es lo de menos, bastará con ser conscientes de ello.

jueves, 2 de junio de 2011

Arte comestible (parte I)

Esa noche le esperaba más impaciente que nunca. Después de un largo viaje, estaba deseando probar con él mi último capricho.


Por fin, después de varios retrasos, llegó a casa. Le esperaba vestida únicamente con una suave batita de seda pero aún tendría que esperar un poco más. Venía tan cansado del viaje que necesitaba con urgencia una ducha. No me importó. De hecho tampoco era mala idea. Le pedí que dejara la puerta del baño abierta para observarle, a lo que no puso ninguna objeción.

Me puse cómoda mientras él se desvestía. Casi dos semanas sin verle y mi imaginación, que llevaba ya un buen rato anticipando el momento, me tenían en un agradable estado de semiexcitación que iba aumentando según iban deslizándose sus prendas de ropa. Hubiera preferido un streaptease más elaborado pero se le veía tan agotado que no quise insistir. Prefería que se relajara tranquilamente bajo el agua tibia y saliera de la ducha en plena forma.

De todas formas, para mí ya era todo un placer observar su bien modelado cuerpo, sus fuertes manos enjabonando suavemente su torso, recorriendo sus largas piernas, sus torneados brazos... no pude evitar acariciar también mi cuerpo mientras observaba con creciente placer cómo su miembro comenzaba a crecer. Los dos seguimos durante un ratito acariciándonos y mirándonos pero no tardó mucho en decidir salir y pasar a otro escenario más cómodo.

Lo llevé directamente a la cama y le pedí que se tumbara boca arriba y se estuviera quietecito. Me quité despacio la bata y, totalmente desnuda, salí de la habitación en busca de mi particular "cofre de los tesoros" del que extraje un apetecible botecito con su pincel incorporado.

Empezaba la clase de arte...

martes, 31 de mayo de 2011

La idea sexy de junio

Esta es difícil de realizar, lo reconozco. Requiere que se combinen bien unas cuantas cosas, sobre todo el escenario y el clima. Pero si lo conseguís cuadrar, el exitazo está asegurado. Os contaré cómo lo hice yo y cada una que lo adapte a sus circunstancias.

Hacía tiempo ya que me rondaba la idea. Lo intenté hacer un día que íbamos a ir a un spa, pero al final no pudimos ir. Me lo había planteado ya en su anterior trabajo, donde sí tenía una cierta intimidad, pero no me atreví, demasiada gente alrededor que hubiera podido pillarme in fraganti.

Por fin encontré el momento perfecto. Él estaba de viaje y volvía por la noche. Yo estaba sóla en casa y me dí cuenta de que, a pesar del buen tiempo, la noche había refrescado un poco. Era el momento perfecto. Le llamé para saber por dónde iba y más o menos a qué hora llegaba. Nada extraño, no le chocó en absoluto, lo he hecho otras veces. Aún me quedaba un ratito para prepararme así que me puse mi lencería más sexy, incluídas las medias con liguero, me maquillé y peiné cuidadosamente, me calcé mis más espectaculares tacones y cuando llegó el momento de bajar a la calle, simplemente añadí un ligero trench negro y me fui a buscarle al garage (un par de manzanas más allá de nuestra casa)

Sólo esperé unos minutos, aunque se me hicieron eternos. Me daba la sensación de que todo el mundo me miraba y sabía que no llevaba apenas nada bajo el trench pero de hecho no se veía nada extraño, en realidad nadie me miraba. Por fin llegó él. Mientras abría la puerta del garage me metí en el coche y, me senté en el asiento del copiloto y el trench se abrió, dejando ver mucho muslo. Me miró con sorpresa. Antes de que llegara a su plaza ya me había desabrochado el botón superior del trench, dejándole ver el encaje de mi sujetador.

Os lo garantizo. Hacerle saber que has ido a buscarlo semidesnuda, paseándote por la calle como si nada, les pone a cien. Probadlo.

jueves, 26 de mayo de 2011

Jugando en el restaurante

Su trabajo la entretuvo más de lo que esperaba y cuando quiso darse cuenta de la hora que era apenas le quedaba tiempo de darse una ducha rápida, un toque de maquillaje y… ¿qué me pongo? Demasiado sexy, demasiado serio, demasiado aburrido… finalmente decidió ponerse juguetona. Ramón todavía no le había visto su último capricho: una falda plisada, con aire colegial pero lo suficientemente corta para excitar su imaginación. Le apetecía un estilo Lolita. Combinó la falda con una sencilla camisa blanca, que podría escotar más o menos al gusto, unas medias finas y un zapato plano. El maquillaje suave, y el pelo, recogido en una sencilla cola de caballo completaban el efecto.

El restaurante escogido por Ramón no podía haber sido más apropiado. Unas pocas mesas, suficientemente separadas entre sí para no resultar agobiantes y, lo más interesante, con largos manteles hasta el suelo que cubrían totalmente las piernas de los comensales.

Nuria no desaprovechó la oportunidad y mientras le preguntaba inocentemente por su trabajo, se descalzó y comenzó a deslizar su pie por la pierna del sorprendido Ramón. La llegada del camarero estimuló aún más su perversión y, mientras hacía su pedido, llegó hasta la entrepierna, donde comenzó un suave masaje al tiempo que el camarero se dirigía a él para conocer su decisión. De nada le sirvió su mirada de súplica. Ella le miraba inocentemente como si no supiera qué le ocurría mientras aumentaba la presión sobre su ya excitado miembro. Tragando saliva, hizo rápidamente su pedido. Cuando por fin se fue el camarero, se volvió hacia ella sin saber muy bien si pedirle que parara o que continuara pero una nueva sorpresa le esperaba. Había aprovechado el momento para desabrocharse un botón de la blusa, lo que le ofrecía una visión realmente interesante de su poderoso escote. Visiblemente nervioso, Ramón miraba a un lado y a otro, pero en realidad, nadie les prestaba la más mínima atención así que decidió relajarse y disfrutar del jueguecito. Justo en ese momento, el pie volvió a bajar por su pierna hasta posarse de nuevo en el suelo. “¿Ya está?” Pensó él, “no irá a dejarme así…”


Pronto descubrió que no. Tras unos minutos de charla intrascendente, durante la cual ella parecía realmente no haber sido partícipe de nada, el camarero se acercó con los platos. Justo entonces volvió a sentir el pie de Nuria, esta vez directamente sobre su pene, todavía erecto. Al menos esta vez no tendría que hablar… pero ni siquiera así le resultó sencillo mantener la compostura. Esta vez el masajito estaba resultando demasiado excitante. Se concentró en poner su mejor cara de póker mientras su novia daba las gracias inocentemente al camarero, de nuevo como si aquello no fuera con ella. No sabía si odiarla o adorarla, pero por el momento bastante tenía con tratar de controlar su excitación. ¡No podía correrse en un restaurante lleno de gente! ¡Y con el camarero al lado! ¿Es que no iba a irse nunca? En la vida le había resultado tan lento el servicio, que si los platos, que si rellenar las copas, que si qué pan prefiere… “¿y yo qué sé?” pensó él. Señaló uno al azar y se concentró en pensar en la bronca que había recibido de su jefe esa misma mañana. Ni por esas, Nuria seguía moviendo rítmicamente su pie por toda su entrepierna y apenas podía ya controlar su cada vez más agitada respiración cuando por fin el camarero se fue y él dejó escapar un gemido apenas audible que excitó aún más a su compañera. Le estaba gustando el juego. Un tanto perverso, quizás, pero le parecía tan divertido… aflojó un poco el ritmo, dudando sobre qué hacer a continuación. ¿Le dejaría relajarse un poco? ¿Continuaría hasta llevarle al orgasmo allí mismo? ¿Sería él capaz de correrse sin llamar demasiado la atención? El camarero aún tardaría un buen rato en volver y las mesas contiguas quedaban lo suficientemente lejos como para no estar enterándose de nada… ¿se arriesgaría?

Ramón entre tanto le miraba con una mezcla de pánico, admiración y, por supuesto, placer contenido. Sentía que no podría aguantar mucho más pero tampoco era capaz de pedirle que parara. Y mientras tanto ella seguía parloteando como si nada… y peor aún, haciéndole preguntas… ¿no esperaría que las contestara? Pues sí, lo esperaba, claro. Cierto que había casi detenido el ritmo de su pie, aunque en ningun momento lo frenaba del todo. Eso le daba un pequeño respiro pero no lo suficiente como para poder llevar una conversación normal. Aún así se esforzó por entrar en el juego y descubrió que cuando se portaba bien y respondía a las preguntas, ella retiraba el pie, dándole un respiro, aunque en cuanto se callaba, el pie volvía a las andadas con más fuerza aún. Por suerte, el plato que había pedido no era muy abundante y pudo dar unos pocos bocados antes de que el pelma del camarero volviera a hacer acto de presencia. Esta vez Nuria tuvo piedad de él y retiró su pie mientras le preguntaba si todo había estado a su gusto. Sin embargo, en cuanto abrió la boca para contestar que sí, de nuevo notó el roce sobre su pierna. Otra vez ascendía, esta vez muy lentamente. Estaban de nuevo solos cuando llegó a su objetivo pero el masaje volvió a empezar, otra vez con mayor presión. Nuria ya se había decidido, lo mantendría en la máxima excitación hasta que trajeran el segundo plato y, en cuanto el camarero se marchara de nuevo, lo llevaría al orgasmo. Así fue. Ramón trataba de ahogar sus gemidos de placer pero no estaba seguro de estar controlando su expresión facial. Nuria sin embargo se mantenía tan tranquila. Hablando de esto y de aquello, contándole anécdotas del congreso, a las que desde luego no conseguía prestar la más mínima atención. Con una mirada de pánico, vio acercarse al camarero. Estaba demasiado excitado, estaba seguro de que esta vez iba a descubrirles. Se concentró en mirar hacia una mesa lejana, eludiendo toda mirada. Por suerte esta vez se retiró rápidamente y, casi sin darle tiempo de relajarse, Nuria acentuó sus movimientos. Ya no podía hacer nada. Estaba a punto de correrse… se llevó la servilleta a la boca, tratando de taparse mínimamente al menos y, ahogando todo lo que pudo el inevitable grito, tuvo que dejarse llevar en un explosivo orgasmo.

martes, 24 de mayo de 2011

10 buenas razones para organizar un tapersex en tu casa



1. te encantan los juguetes eróticos y tienes que renovar existencias

2. todo esto te suena a chino y nunca lo has probado

3. te vas a casar

4. te acabas de divorciar

5. hace tiempo que no ves a tus amigas y buscas una excusa para reuniros de nuevo

6. estás organizando una despedida de soltera

7. has oído hablar de algunos juguetes pero te gustaría verlos antes de comprarlos

8. estás hasta el gorro del trabajo y demás rutinas y necesitas echar unas risas

9. tu relación de pareja se está amuermando y quieres recuperar la chispa

10. simplemente te apetece

Si te has sentido identificada con alguna de estas razones, no dejes de escribirme:

elenazaragoza@secretisima.com

jueves, 19 de mayo de 2011

Acababa de colgar el teléfono y no me lo podía creer. ¡Tenía el resto de la mañana libre! semejante acontecimiento había que aprovecharlo. Pensé en irme de compras, me apetecía una buena sesión de tiendas y trapitos pero antes, antes tenía otro capricho que cumplir.

Desconecté los teléfonos, apagué el ordenador y comencé a llenar la bañera de agua calentita y un buen chorro de un jabón aromático que hiciera mucha espuma. Añadí unas gotas de aceite de jazmín y coloqué unas cuantas velas estratégicamente, no quería luces fuertes.

Antes de desnudarme, busqué mi patito vibrador, todo un invento, y lo dejé entre la espuma.


Los aromas de jazmín del jabón y el aceite invadían mi cuarto de baño, despertando mi sensualidad dormida. Me desnudé lentamente, frente al espejo, acariciando mi suave piel mientras la ropa iba cayendo, recreándome en mis esbeltas piernas, en mi vientre, pasando por el pubis casi sin rozarlo. Observé mis pechos, consciente de su efecto sobre los hombres. Apenas rozándolos con las yemas de las dedos, rodeé mis pezones. Noté cómo se endurecían y continué acariciándolos suavemente. Los tomé en mis manos, sintiendo su peso, su textura, la suavidad de su piel.

El agua ya estaba lista.

Me introduje lentamente en la bañera, el agua estaba a la temperatura perfecta y la espuma rodeó rápidamente mi cuerpo, ya erotizado por los preparativos. El patito flotaba a mi alrededor y ya no quise esperar más. Lo puse en marcha y lo llevé directamente hacia mi ansiosa entrepierna. Durante un buen rato, escalofríos de placer recorrieron mi cuerpo casi sin descanso. Entre tanto mi mente vagaba por distintas ensoñaciones. Viejas y nuevas fantasías que no hacían sino incrementar mi excitación. Fantasía o realidad, en ese momento entró por la puerta mi chico. Obviamente lo que vió le gustó y su propia entrepierna reaccionó rápidamente ante mi imagen desnuda, rodeada de espuma y con cara de estar pasándomelo muy, pero que muy bien.

Sin mediar palabra, se desnudó, dejando ver hasta qué punto estaba excitado. Se metió en la bañera conmigo y besándome con furia me sentó a horcajadas sobre él. A pesar de mi ansiedad, no quise correr demasiado, él acababa de llegar, así que me deleité en las nuevas sensaciones. Me gusta notar su polla crecer más y más en mi interior y años de práctica con las bolas chinas me permiten jugar con ella, apretarla y soltarla a mi gusto, haciendo crecer su excitación a mi antojo.

Poco a poco fui aumentando el ritmo de la penetración. Ahora más rápido, ahora más lento. Su cara era ya todo un poema, nunca lo había visto tan fuera de sí, pero no quise liberarlo todavía. Reduje de nuevo el ritmo para darle tiempo a calmarse un poco, sólo lo justo. Otra vez más deprisa, hasta llevarle al límite pero el juego estaba siendo demasiado excitante. Me quedé prácticamente inmóvil sobre él, ejerciendo de nuevo presión con mis músculos vaginales. Con sus ojos me pedía que no parara pero sabía que el resultado merecería la pena. En cuanto volví a montarle con fuerza empezó a gemir, éso me excitó aún más y en segundos un espectacular orgasmo nos recorrió a los dos a la vez.

martes, 17 de mayo de 2011

El reto de los siete días

Hace muchos años ya que leí en una conocida revista un artículo en el que la periodista se había sometido a un particular reto: hacer el amor todos los días durante toda una semana y narrar su experiencia para la revista. Es una idea que se me ha quedado en mente desde entonces y que he intentado emular en repetidas ocasiones, con resultados dispares.

Me propongo intentarlo de nuevo y de paso os invito a probarlo también. Es sorprendente cómo cuánto más se hace el amor más apetece y, por el contrario, cuanto menos se hace, más pereza da. No dejemos que nuestra relación caiga en el aburrimiento. ¿Vamos a por el reto de los siete días?


Algunas pensaréis "bah, está chupado", eso pensé yo la primera vez que lo leí... qué tiempos aquéllos... pero quienes estéis ya metidos en la rutina de la relación, la casa, el trabajo, los hijos etc, etc, etc. sabréis que no es tan fácil como parece. Sin embargo vale la pena, os lo aseguro. Los primeros días quizás suponga un pequeño esfuerzo pero pronto iréis como una moto. Todas conocéis ya los indudables beneficios del sexo frecuente, ¿no? pues ¡a por ello!

Por supuesto, no puede convertirse en una obligación sin más. Tratad de hacerlo divertido: disfraces, lencería sexy, juguetes varios. ¡Dadle poder a vuestra imaginación!

Bueno, ¿quién se anima a intentarlo?

jueves, 12 de mayo de 2011

Cosas del facebook

Estaba aburrida. Me cansaba ya de leer, me cansaba de ver la tele, me cansaba de todo. Casi por inercia encendí el ordenador para revisar, una vez más, mis emails y ver si había actualizaciones en alguno de mis blogs favoritos. Nada nuevo. Estaba a punto de cerrar también el facebook cuando me saltó a la vista un nuevo comentario de un viejo amigo que también estaba conectado. Había sido algo más que un amigo en sus tiempos, pero algo menos que un novio. Digamos que fuimos amigos con derecho a muchos roces. Teníamos mucha complicidad y el sexo era estupendo. Ninguno de los dos quería que la cosa fuera a más así que el acuerdo tácito era perfecto. Me preguntaba por qué se rompió aquéllo... no pasó nada en realidad. Supongo que simplemente la vida nos fue llevando a cada uno por un lado y fuimos perdiendo el contacto. Pero magic facebook nos había reunido de nuevo, a su estilo, claro, te tienes ahí y te haces el mismo poco caso que antes pero al menos parece que te tienes más controlado.

Pero ya lo he dicho... estaba aburrida. Le abrí un chat, con la esperanza de que él también lo estuviese. Unas pocas frases típicas de introducción y en cuanto me confirmó que también estaba sólo en casa y sin nada en especial que hacer empezamos a animarnos. Primero recordando viejos tiempos, viejas historias compartidas, viejos polvos... la complicidad entre nosotros reapareció como si nunca nos hubiéramos separado.

Poco a poco la conversación fue subiendo de tono. Tras los clásicos ¿qué llevas puesto? (los dos estuvimos de acuerdo en pasar de la webcam) empezamos con un seductor streap tease virtual. Le pedí que se quitara la camisa, recordando sin dificultad la forma y tacto de su torso. Con su imagen todavía en mente le hice caso y me quité mi propia blusa. Me pidió que me acariciara el pecho, también él recordaba muy bien mis curvas, y le fui contando mis sensaciones al dejar resbalar las yemas de mis dedos por la suave piel, cómo mi pezón se endurecía al contacto... él me pidió permiso para quitarse los pantalones, empezaba a encontrarse incómodo. Se lo dí, pero con la condición de que se dejara puesta la ropa interior. Me estaba gustando la experiencia, no quería acabar tan rápido. Accedió pero con una nueva condición, yo debía quitarme la falda. Me contó que todavía a veces soñaba con mis largas piernas y le recordé aquélla vez en la bañera en la que decidimos emular la famosa escena de Pretty Woman.


Obviamente el recuerdo de mis piernas rodeando su cuerpo desnudo le excitó. Confesó que había empezado a tocarse. Sin quitarse los boxers, eso sí, seguía esperando mi permiso para hacerlo. Me concentré un momento en recordar su cuerpo, delgado pero fibroso, tonificado pero no musculoso. ¿Estaría igual? había pasado mucho tiempo. Pero no quería la webcam para comprobarlo, mejor rescatar mi imagen de él, tal vez idealizada por el tiempo. Tampoco me hacía gracia que él comprobara los cambios en el mío.

Un escalofrío de placer recorrió mi cuerpo recordando sus boxers siempre "ajustaditos sin exagerar" como decía él. Cómo se abultaban en cuanto mis expertas manos comenzaban a recorrer su cuerpo. Lo imaginé exactamente así y no pude evitar empezar a tocarme yo también. Le pedí que me guiara, que imaginara que eran sus manos las que recorrían mi cuerpo y me fuera dando instrucciones. Siguiendo sus órdenes rocé levemente mis pechos y enseguida bajé hacia el vientre. No había olvidado que era una de mis zonas más sensibles. Haciendo gala de su buena memoria me guió sabiamente hacia las ingles y cara interna de los muslos, de vuelta al vientre y a los pechos. "Esta vez sin sujetador", me pidió. Me lo quité, aprovechando para describírselo: negro y de encaje, como a él le gustaban. A partir de ahí me dio vía libre para continuar a mi gusto y adiviné que estaba ya tan excitado que no podía seguir escribiendo. Para ser sincera, yo estaba igual. Por fin le permití quitarse los boxers y masturbarse libremente. En unos pocos minutos los dos estábamos de vuelta y los dos francamente sorprendidos de la intensidad del... ¿encuentro? hay que ver, lo que da de sí el facebook, pensamos.

Afrodita
elenazaragoza@secretisima.com

martes, 10 de mayo de 2011

¿Aún no tienes tus bolas chinas?

Vaya, seguro que la mayoría ya las tenéis, para mí es el auténtico imprescindible entre los juguetes eróticos, más que nada porque no es sólo un juguete. De hecho, así entre nosotras, os diré que no es ésa su mejor cualidad.


¿Las conocéis verdad? esas dos bolitas tan monas y tan suavecitas unidas por un fino cordel. Yo no sé con qué las hacen pero tienen un tacto sedoso, un poco como la piel de melocotón pero sin los inconvenientes de las alergias que suelen provocar. Pero ¿sabéis cuál es su origen? pues según cuentan, su historia se remonta a un antiguo emperador del Japón feudal. Por lo visto las encargó para sus concubinas. No debía ser un hombre muy paciente porque lo que quería conseguir con las bolas era que sus mujeres estuvieran ya preparadas cuando él quisiera sexo, vamos, que lo de los preliminares no le iba mucho al hombre (él se lo perdía, ¿no?) Debía funcionarles bien porque su uso se extendió a las geishas, por lo que también se conocen como bolas de geisha.

¿Y cómo se usan? pues tan fácil como ponerse un tampón, con la ventaja además de que se les puede poner una gotita de lubricante para que entren mejor (aunque tampoco hace falta) A la hora de sacarlas no hay más que tirar suavemente del cordelito. Pues eso, como un tampón, pero mucho más divertido. ¿Por qué? pues porque las dos bolitas, a su vez, llevan en su interior otras dos bolitas más pequeñas que van vibrando en su interior con el propio movimiento del cuerpo. Esto tiene dos efectos:

- por un lado una constante sensación de hormigueo ahí dentro que, seamos francos, excitar excitar no es que excite, pero oye, agradable sí es.

- y por otra parte, y para mí la más interesante del artilugio, hace que los músculos del suelo pélvico se contraigan inconscientemente para sujetarlas. O sea, como los famosos ejercicios de Kegel, estos que todas sabemos que deberíamos hacer todos los días y no hacemos.

Ya sabéis que lo que hacen estos ejercicios es fortalecer los músculos pélvicos, con lo que no sólo prevenimos posibles problemas futuros como incontinencias urinarias, sino que mejoran muchísimo el sexo. Pensadlo por un momento. Si os habéis acostumbrado a apretar y soltar esa zona... ¿qué no podréis hacer con el miembro de vuestra pareja dentro? por no hablar de que la tonificación muscular que se consigue hace que esté todo ¿cómo decirlo? como más apretadito, y por tanto nuestro propio placer es mucho mayor.

¿Todavía queda alguna por ahí sin sus bolas de geisha? Os lo pongo fácil. Podéis comprarlas cómodamente aquí mismo o pedirlas en vuestra próxima reunión tapersex.

Afrodita
elenazaragoza@secretisima.com

jueves, 5 de mayo de 2011

Una reunión familiar algo distinta (parte II)

Llevaba ya un buen tramo con mi mano deslizándose descaradamente por su trasero pero en los últimos metros hasta el portal decidí mostrarme aún más osada. Pasaba gente por la calle pero cada uno tan a su aire que me decidí. Me quedé un par de pasos atrás y, tan disimuladamente como pude, que me temo que no fue mucho, me desabroché el sujetador y me lo quité deslizándolo por las mangas del vestido, afortunadamente bastante cortitas. Para cuando él se dio cuenta de que me había quedado atrás yo ya le estaba entregando con un brillo inconfundible en los ojos un rojo rebullo de tela que en principio no identificó. Cada vez más convencido de que me estaba volviendo loca, empezó a deshacerlo pero, cuando vio lo que era, lo volvió a guardar rápidamente mirándome con la boca abierta y ojos rebosantes de deseo.

Ya estábamos en el portal. Entramos rápidamente y, para su sorpresa, aproveché el pequeño hueco de acceso a los buzones para camuflarme un segundo y quitarme el tanga, rojo pasión, y de paso el huevo vibrador, quería la zona libre... Para entonces, el bulto de su entrepierna ya empezaba a hacerse más que evidente. Pasé del ascensor, al que él ya había llamado, con evidente prisa por llegar a casa, y empecé a subir despacio las escaleras, invitándole a seguirme. Sentía su mirada, unos escalones por detrás, fija en mis rotundas y duras nalgas. Intentaba atraparme, tocarme, pero yo quería vengarme de sus jueguecitos con el vibrador y no permití que me alcanzara. Todavía no.




Por fin, entre el tercer y el cuarto piso, me paré. Me giré y vi que subía hacia mí con la cara desencajada de deseo. No me extrañó que no me hubiera alcanzado antes, con semejante hinchazón entre las piernas no entendía ni cómo había logrado subir tantas escaleras. Pero tenía una buena motivación, obviamente. En cuanto llegó a mí se abalanzó a besarme. Esta vez le dejé hacer. Yo misma estaba ya tan excitada que no hubiera podido retrasar más el momento ni aunque hubiera querido. Mientras me besaba con furia y acariciaba mis pechos, le solté el cinturón, desabroché botón y cremallera y le bajé los pantalones, aprovechando para rozar más o menos furtivamente su durísimo miembro. Su gemido me indicó que estaba aún más preparado de lo que pensaba. También yo estaba a punto, esta vez no había tiempo, ni necesidad, de andarse con preliminares. Le bajé los boxers, que tan bien le quedaban y sin darle tiempo a más lo senté en un escalón y me monté sobre él. El huevo vibrador no sólo había sido muy divertido. Lo cierto es que había hecho bien su trabajo, estaba ya tan mojada que no podía esperar a sentir su gran polla en mi interior. Con un movimiento rápido la introduje en mí y cabalgué sobre él tan lentamente como nuestra creciente excitación nos lo permitió. Hice lo posible por alargar el momento pero lo cierto es que ninguno de los dos podía esperar mucho más. Unos últimos movimientos rápidos y estallamos a la vez en un explosivo orgasmo.

Apenas podíamos creerlo. Nunca habíamos tenido una experiencia tan simple y a la vez tan intensa, tan rápida, tan salvaje, tan puramente física, y sin embargo tan espectacular.

Afrodita
elenazaragoza@secretisima.com

martes, 3 de mayo de 2011

El consejo sexy de mayo

Para el jueves prometo continuación del relato, pero hoy prefiero inaugurar mayo con una sugerencia para el mes.

Para mayo se me ocurre lo siguiente:

1. escribe un relato erótico para tu pareja. Tiene que ser absolutamente personalizado, nada de copiar de aquí y de allá, y cuidado con lo que escribes (verás por qué en el punto 3)


2. una noche, antes de acostaros, léeselo con voz susurrante (o dáselo y deja que lo lea él, pero no es lo mismo)

3. organízalo todo para ser capaz de poner en práctica el día que escojas todo lo narrado en el relato, punto por punto.

Yo lo hice una vez un poco antes de mi cumpleaños. El relato hablaba precisamente de una celebración un tanto especial. Se lo dí para que lo leyera como dos o tres semanas antes y todo ese tiempo estuvo preguntándose si realmente pondríamos en práctica todo lo que narraba el día de mi cumple. Y sí, lo hicimos, lo hicimos... os aseguro que fue una de las veladas más excitantes de mi vida (por suerte ha habido otras, pero pocas comparable a aquélla)

Si os portáis bien (y encuentro el relato, que esa es otra) ya os lo pondré algún día. Y de paso, os animo a enviarme vuestros propios relatos a la dirección de ahí abajo. El mejor recibirá un sexy regalito. Tenéis de tiempo todo el mes de mayo. ¡Animaos!

Afrodita
elenazaragoza@secretisima.com

jueves, 28 de abril de 2011

Una reunión familiar algo distinta (parte I)

Despedí al mensajero con la mejor de mis sonrisas. En el interior del aparentemente inofensivo paquetito que me acababa de entregar había algo que cambiaría radicalmente la pesadísima, aburridísima y siempre irritante reunión familiar del sábado. Familiar políticamente hablando además, porque a los que habría de aguantar una vez más serían a los padres, tíos y primos de mi novio, si aún fueran los míos… menos mal del abuelo Paco, él sí sabía poner en su lugar a la pelma de mi futura suegra. Era el único que me echaba un cable cuando me dirigía sus mordaces comentarios.

Pero esta vez sería distinto. La idea se me había ocurrido durante una reunión tapersex con mis amigas. Había muchos productos divertidos y sugerentes pero entre todos ellos uno me llamó especialmente la atención. Tenía que ser mío. Lo busqué entre los otros productos del paquete, lo demás podía esperar. Y sí, ahí estaba; mi nuevo y flamante huevo vibrador. Pensé en contarle enseguida a mi novio mis planes pero finalmente decidí no hacerlo. Sería más divertido pillarle por sorpresa.

Por fin llegó el día de la cena. Mi novio se sorprendió de mi buen humor. La última vez que me hizo ir a su reunión familiar me tuvo de morros tres días completos. Esta vez no, esta vez me maquillé con especial mimo, me puse un vestido rojo nuevo, ligeramente ajustado… me miró incrédulo pero sin hacerle ni caso desaparecí en el cuarto de baño y de mi cajón secreto saqué mi nuevo juguete. Una gotita de lubricante y adentro, me sorprendió la facilidad con la que entró, juraría que me costó más ponerme el último tampax… Guardé el mando en el bolso, esperaría hasta el último momento para sacarlo.

Por el camino, mi chico seguía sin poder creérselo, me miraba parlotear animadamente y no salía de su asombro:

- “Afro, cariño, tú te acuerdas de que el concierto es mañana, ¿no? Que hoy donde vamos es a casa de mis padres…”
- “pues claro que me acuerdo, cielo, vuestras reuniones familiares son de todo menos inolvidables”

Cambié rápidamente de tema, no quería desvelar nada antes de tiempo. De todas formas estábamos a punto de llegar. En el último momento tuve una punzada de desazón. Con huevo vibrador y todo, esas reuniones eran definitivamente insoportables. Pero si no podía librarme de ella, al menos trataría de pasarlo lo mejor posible. Nada más entrar en el ascensor de su casa, deslicé discretamente el mando en su mano. Se lo quedó mirando con cara de despistado pero el suave tacto y el agradable color rosita debió sonarle porque de repente se le iluminaron los ojos y me miró con la boca abierta de par en par.

- “Sí, exacto”, le dije. “Por fin vamos a tener una reunión familiar divertida en esta casa”

Por una vez, cuando nos abrieron la puerta, los dos entramos radiantes, para mayor sorpresa de mi suegra, que a pesar de todo no perdió comba:

- “Afrodita, querida, qué vestido tan espectacular… pero has cogido unos kilitos, ¿no?”
- “ay, sí, por fín, no sabes qué ganas de tenía de coger algunas curvas, ahora tu hijo no me quita ojo de encima, ya sabes que las flacas no le gustan nada”

Como premio a mi respuesta, recibí mi primera descarga vibratoria. A pesar de haberlo planeado todo yo misma no pude evitar un pequeño sobresalto. Tenía más potencia de la que había imaginado. Por un momento me preocupó el sonido, yo lo oía con claridad pero al parecer nadie más podía advertirlo entre el ruido ambiente. Mi novio se alejó a hablar con sus primos pero no se molestó en apagar el aparatito así que me quedé entre sus tíos, más contenta que unas pascuas, tratando de que no se me notara demasiado feliz.


Por fin noté cómo paraba. Me gustaba la sensación, él estaba lejos de mí, hablando con unos y con otros, aparentemente sin hacerme el menor caso, pero en realidad estaba pendiente de mí en todo momento. Se divertía buscando los momentos más embarazosos para ponerme a cien con el juguetito. Yo me estaba poniendo como una moto pero obviamente él también se lo estaba pasando de cine a mi costa.

El jueguecito se alargó durante toda la comida pero para cuando llegaron los postres yo ya estaba tan excitada que no podía pensar más que en llevármelo de allí, a alguna habitación separada. Pero ninguna de mis insinuaciones tuvo éxito. El muy traidor sólo consistió en darme un pequeño respiro pero para cuando pasamos a las copas ya estaba dándome caña de nuevo. Entendedme bien, el huevo vibrador no tiene potencia suficiente como para llevarte a un orgasmo, y no provoca sensaciones tan fuertes que no puedas disimular ante otros, ahí está precisamente la gracia en su uso, se puede utilizar en público con total tranquilidad, pero ¡hay que ver cómo te pone! Yo jamás de los jamases habría pensado en ningún tipo de sexo furtivo en una casa llena de familiares, y sin embargo esa noche no podía pensar en ninguna otra cosa. Deseaba arrancarlo de la mesa y llevarlo arrastras hasta su antigua habitación, tumbarlo sin contemplaciones y… “no, no, Afrodita”, pensé, “esto no puede ser, bastante cachonda estás ya como para te pongas a fantasear”

Me acerqué a su tío Roberto. No se me ocurría nada más antierótico que sus grasientos bigotes tan largos que rozaban por los lados la enorme papada. Funcionó por unos momentos, el vibrador estaba parado y mi líbido caía en picado pero no podía ser tan sencillo, claro. En ese momento se nos acercó su hijo. Nunca había conocido un padre y un hijo tan distintos entre sí. Nunca me había caído demasiado bien, la verdad, pero algo había que reconocer, tenía un cuerpazo impresionante, resultado de horas y horas de gimnasio y deportes varios. Reconocí una chispa traviesa en la mirada de mi chico y al mismo tiempo una nueva oleada de vibraciones en mi interior.

Esta vez se había pasado de listo. Empecé a quejarme a todo el que quiso escucharme de un fuerte dolor de cabeza y me las arreglé para sacar a mi novio de esa casa tan rápido como pude. En cuanto llegamos a la calle, estalló en carcajadas. Definitivamente le había gustado el jueguecito. Yo seguía deseando asaltarlo allí mismo, en cualquier esquina, pero un ramalazo de lucidez me recordó que estábamos a tiro de piedra de nuestra propia casa. Y de paso que nos encontrábamos en una zona bastante concurrida de la ciudad, incluso de noche. No habría sido sensato arriesgarse tanto.

Nunca el trayecto entre las dos casas me había resultado tan largo, y a la vez tan excitante.

martes, 26 de abril de 2011

Sacando a tu diosa interior

Bienvenidas a esta nueva etapa en el blog de secretísima. Podéis llamarme Afrodita. Sí, ya sé, parece algo presuntuoso nombrarse como una diosa, la gran diosa griega del amor nada menos, pero eh… ¿quién no tiene a su propia diosa interior? Seguro que tú también la tienes. No siempre será la misma, a veces tenemos momentos muy Hera, esposa y madre. En ocasiones no nos queda otra que sacar a nuestra valerosa Artemis, la diosa cazadora, para hacer frente a nuestros problemones o a la inteligente Atenea… pero ay, nuestra Afrodita… qué buenos momentos nos hace pasar, ¿eh? Y qué poco la dejamos salir a veces. Pero para eso estamos aquí, ¿no? Hagamos un pacto. Vosotras os engancháis a este blog y a sus consejos (no olvidéis haceros seguidoras) y yo os prometo una sexy, excitante y divertidísima Afrodita propia que os alegre la vida día a día. ¿Quién se apunta?



Empecemos por unos consejos básicos para ayudarla a salir. A mí me funciona:

- Vestirme adecuadamente. No hace falta ir continuamente de punta en blanco. Cada momento tiene su atuendo y hay que respetarlo pero chicas, por favor, desterrad del armario esas prendas que os quedan fatal y lo sabéis. ¿Que son cómodas? Quizás, pero hay otras muchas prendas cómodas que además nos favorecen. Olvidaros de las que no.

- En casos de urgencia, recurrir a mi color fetiche. En mi caso el rojo. Basta con vestirme de rojo, o incluir algún complemento en ese color para sentirme inmediatamente más fuerte, más sexy, más poderosa, hasta más lista.

- Coquetear. No importa con quién, no estamos hablando de casarnos, ni siquiera de ligar. Pero tener alguien con quien establecer un ligero juego de miradas, de dobles sentidos, sentirse deseada… eso repone la energía hasta límites insospechados. Eso sí, cuidado con los límites. Salvo que realmente queráis tener una aventura, es importante no pasarse de la raya, no creemos malentendidos.

- Mantenerme en forma. No hace falta machacarse en el gimnasio (pero si os gusta, adelante) Hablo de comer sano y, como mínimo, caminar pero también escoger un deporte que os guste y practicarlo con cierta frecuencia. Mantener esos músculos tonificados. Los beneficios son incontables. Afrodita no necesita un cuerpo 10 para salir a pasear pero si os encontráis más sanas y ágiles todo lo demás será más fácil.

- No dejéis de jugar. En la cama y fuera de ella. Echar un vistazo al catálogo de secretísima (recordarme que os cuente en otra entrada algunas experiencias con el huevo vibrador)o, mejor aún, juntad un grupito de amigas con ganas de pasarlo bien y concertar una reunión tapersex con alguna de nuestras asesoras (como anfitriona además te llevarás un sexy regalo) O mejor aún, anímate a ser asesora tú misma. Es la definición perfecta de pasárselo bien trabajando. Si te animas a cualquiera de las dos cosas, no dejes de escribirme a elenazaragoza@secretisima.com