martes, 31 de mayo de 2011

La idea sexy de junio

Esta es difícil de realizar, lo reconozco. Requiere que se combinen bien unas cuantas cosas, sobre todo el escenario y el clima. Pero si lo conseguís cuadrar, el exitazo está asegurado. Os contaré cómo lo hice yo y cada una que lo adapte a sus circunstancias.

Hacía tiempo ya que me rondaba la idea. Lo intenté hacer un día que íbamos a ir a un spa, pero al final no pudimos ir. Me lo había planteado ya en su anterior trabajo, donde sí tenía una cierta intimidad, pero no me atreví, demasiada gente alrededor que hubiera podido pillarme in fraganti.

Por fin encontré el momento perfecto. Él estaba de viaje y volvía por la noche. Yo estaba sóla en casa y me dí cuenta de que, a pesar del buen tiempo, la noche había refrescado un poco. Era el momento perfecto. Le llamé para saber por dónde iba y más o menos a qué hora llegaba. Nada extraño, no le chocó en absoluto, lo he hecho otras veces. Aún me quedaba un ratito para prepararme así que me puse mi lencería más sexy, incluídas las medias con liguero, me maquillé y peiné cuidadosamente, me calcé mis más espectaculares tacones y cuando llegó el momento de bajar a la calle, simplemente añadí un ligero trench negro y me fui a buscarle al garage (un par de manzanas más allá de nuestra casa)

Sólo esperé unos minutos, aunque se me hicieron eternos. Me daba la sensación de que todo el mundo me miraba y sabía que no llevaba apenas nada bajo el trench pero de hecho no se veía nada extraño, en realidad nadie me miraba. Por fin llegó él. Mientras abría la puerta del garage me metí en el coche y, me senté en el asiento del copiloto y el trench se abrió, dejando ver mucho muslo. Me miró con sorpresa. Antes de que llegara a su plaza ya me había desabrochado el botón superior del trench, dejándole ver el encaje de mi sujetador.

Os lo garantizo. Hacerle saber que has ido a buscarlo semidesnuda, paseándote por la calle como si nada, les pone a cien. Probadlo.

jueves, 26 de mayo de 2011

Jugando en el restaurante

Su trabajo la entretuvo más de lo que esperaba y cuando quiso darse cuenta de la hora que era apenas le quedaba tiempo de darse una ducha rápida, un toque de maquillaje y… ¿qué me pongo? Demasiado sexy, demasiado serio, demasiado aburrido… finalmente decidió ponerse juguetona. Ramón todavía no le había visto su último capricho: una falda plisada, con aire colegial pero lo suficientemente corta para excitar su imaginación. Le apetecía un estilo Lolita. Combinó la falda con una sencilla camisa blanca, que podría escotar más o menos al gusto, unas medias finas y un zapato plano. El maquillaje suave, y el pelo, recogido en una sencilla cola de caballo completaban el efecto.

El restaurante escogido por Ramón no podía haber sido más apropiado. Unas pocas mesas, suficientemente separadas entre sí para no resultar agobiantes y, lo más interesante, con largos manteles hasta el suelo que cubrían totalmente las piernas de los comensales.

Nuria no desaprovechó la oportunidad y mientras le preguntaba inocentemente por su trabajo, se descalzó y comenzó a deslizar su pie por la pierna del sorprendido Ramón. La llegada del camarero estimuló aún más su perversión y, mientras hacía su pedido, llegó hasta la entrepierna, donde comenzó un suave masaje al tiempo que el camarero se dirigía a él para conocer su decisión. De nada le sirvió su mirada de súplica. Ella le miraba inocentemente como si no supiera qué le ocurría mientras aumentaba la presión sobre su ya excitado miembro. Tragando saliva, hizo rápidamente su pedido. Cuando por fin se fue el camarero, se volvió hacia ella sin saber muy bien si pedirle que parara o que continuara pero una nueva sorpresa le esperaba. Había aprovechado el momento para desabrocharse un botón de la blusa, lo que le ofrecía una visión realmente interesante de su poderoso escote. Visiblemente nervioso, Ramón miraba a un lado y a otro, pero en realidad, nadie les prestaba la más mínima atención así que decidió relajarse y disfrutar del jueguecito. Justo en ese momento, el pie volvió a bajar por su pierna hasta posarse de nuevo en el suelo. “¿Ya está?” Pensó él, “no irá a dejarme así…”


Pronto descubrió que no. Tras unos minutos de charla intrascendente, durante la cual ella parecía realmente no haber sido partícipe de nada, el camarero se acercó con los platos. Justo entonces volvió a sentir el pie de Nuria, esta vez directamente sobre su pene, todavía erecto. Al menos esta vez no tendría que hablar… pero ni siquiera así le resultó sencillo mantener la compostura. Esta vez el masajito estaba resultando demasiado excitante. Se concentró en poner su mejor cara de póker mientras su novia daba las gracias inocentemente al camarero, de nuevo como si aquello no fuera con ella. No sabía si odiarla o adorarla, pero por el momento bastante tenía con tratar de controlar su excitación. ¡No podía correrse en un restaurante lleno de gente! ¡Y con el camarero al lado! ¿Es que no iba a irse nunca? En la vida le había resultado tan lento el servicio, que si los platos, que si rellenar las copas, que si qué pan prefiere… “¿y yo qué sé?” pensó él. Señaló uno al azar y se concentró en pensar en la bronca que había recibido de su jefe esa misma mañana. Ni por esas, Nuria seguía moviendo rítmicamente su pie por toda su entrepierna y apenas podía ya controlar su cada vez más agitada respiración cuando por fin el camarero se fue y él dejó escapar un gemido apenas audible que excitó aún más a su compañera. Le estaba gustando el juego. Un tanto perverso, quizás, pero le parecía tan divertido… aflojó un poco el ritmo, dudando sobre qué hacer a continuación. ¿Le dejaría relajarse un poco? ¿Continuaría hasta llevarle al orgasmo allí mismo? ¿Sería él capaz de correrse sin llamar demasiado la atención? El camarero aún tardaría un buen rato en volver y las mesas contiguas quedaban lo suficientemente lejos como para no estar enterándose de nada… ¿se arriesgaría?

Ramón entre tanto le miraba con una mezcla de pánico, admiración y, por supuesto, placer contenido. Sentía que no podría aguantar mucho más pero tampoco era capaz de pedirle que parara. Y mientras tanto ella seguía parloteando como si nada… y peor aún, haciéndole preguntas… ¿no esperaría que las contestara? Pues sí, lo esperaba, claro. Cierto que había casi detenido el ritmo de su pie, aunque en ningun momento lo frenaba del todo. Eso le daba un pequeño respiro pero no lo suficiente como para poder llevar una conversación normal. Aún así se esforzó por entrar en el juego y descubrió que cuando se portaba bien y respondía a las preguntas, ella retiraba el pie, dándole un respiro, aunque en cuanto se callaba, el pie volvía a las andadas con más fuerza aún. Por suerte, el plato que había pedido no era muy abundante y pudo dar unos pocos bocados antes de que el pelma del camarero volviera a hacer acto de presencia. Esta vez Nuria tuvo piedad de él y retiró su pie mientras le preguntaba si todo había estado a su gusto. Sin embargo, en cuanto abrió la boca para contestar que sí, de nuevo notó el roce sobre su pierna. Otra vez ascendía, esta vez muy lentamente. Estaban de nuevo solos cuando llegó a su objetivo pero el masaje volvió a empezar, otra vez con mayor presión. Nuria ya se había decidido, lo mantendría en la máxima excitación hasta que trajeran el segundo plato y, en cuanto el camarero se marchara de nuevo, lo llevaría al orgasmo. Así fue. Ramón trataba de ahogar sus gemidos de placer pero no estaba seguro de estar controlando su expresión facial. Nuria sin embargo se mantenía tan tranquila. Hablando de esto y de aquello, contándole anécdotas del congreso, a las que desde luego no conseguía prestar la más mínima atención. Con una mirada de pánico, vio acercarse al camarero. Estaba demasiado excitado, estaba seguro de que esta vez iba a descubrirles. Se concentró en mirar hacia una mesa lejana, eludiendo toda mirada. Por suerte esta vez se retiró rápidamente y, casi sin darle tiempo de relajarse, Nuria acentuó sus movimientos. Ya no podía hacer nada. Estaba a punto de correrse… se llevó la servilleta a la boca, tratando de taparse mínimamente al menos y, ahogando todo lo que pudo el inevitable grito, tuvo que dejarse llevar en un explosivo orgasmo.

martes, 24 de mayo de 2011

10 buenas razones para organizar un tapersex en tu casa



1. te encantan los juguetes eróticos y tienes que renovar existencias

2. todo esto te suena a chino y nunca lo has probado

3. te vas a casar

4. te acabas de divorciar

5. hace tiempo que no ves a tus amigas y buscas una excusa para reuniros de nuevo

6. estás organizando una despedida de soltera

7. has oído hablar de algunos juguetes pero te gustaría verlos antes de comprarlos

8. estás hasta el gorro del trabajo y demás rutinas y necesitas echar unas risas

9. tu relación de pareja se está amuermando y quieres recuperar la chispa

10. simplemente te apetece

Si te has sentido identificada con alguna de estas razones, no dejes de escribirme:

elenazaragoza@secretisima.com

jueves, 19 de mayo de 2011

Acababa de colgar el teléfono y no me lo podía creer. ¡Tenía el resto de la mañana libre! semejante acontecimiento había que aprovecharlo. Pensé en irme de compras, me apetecía una buena sesión de tiendas y trapitos pero antes, antes tenía otro capricho que cumplir.

Desconecté los teléfonos, apagué el ordenador y comencé a llenar la bañera de agua calentita y un buen chorro de un jabón aromático que hiciera mucha espuma. Añadí unas gotas de aceite de jazmín y coloqué unas cuantas velas estratégicamente, no quería luces fuertes.

Antes de desnudarme, busqué mi patito vibrador, todo un invento, y lo dejé entre la espuma.


Los aromas de jazmín del jabón y el aceite invadían mi cuarto de baño, despertando mi sensualidad dormida. Me desnudé lentamente, frente al espejo, acariciando mi suave piel mientras la ropa iba cayendo, recreándome en mis esbeltas piernas, en mi vientre, pasando por el pubis casi sin rozarlo. Observé mis pechos, consciente de su efecto sobre los hombres. Apenas rozándolos con las yemas de las dedos, rodeé mis pezones. Noté cómo se endurecían y continué acariciándolos suavemente. Los tomé en mis manos, sintiendo su peso, su textura, la suavidad de su piel.

El agua ya estaba lista.

Me introduje lentamente en la bañera, el agua estaba a la temperatura perfecta y la espuma rodeó rápidamente mi cuerpo, ya erotizado por los preparativos. El patito flotaba a mi alrededor y ya no quise esperar más. Lo puse en marcha y lo llevé directamente hacia mi ansiosa entrepierna. Durante un buen rato, escalofríos de placer recorrieron mi cuerpo casi sin descanso. Entre tanto mi mente vagaba por distintas ensoñaciones. Viejas y nuevas fantasías que no hacían sino incrementar mi excitación. Fantasía o realidad, en ese momento entró por la puerta mi chico. Obviamente lo que vió le gustó y su propia entrepierna reaccionó rápidamente ante mi imagen desnuda, rodeada de espuma y con cara de estar pasándomelo muy, pero que muy bien.

Sin mediar palabra, se desnudó, dejando ver hasta qué punto estaba excitado. Se metió en la bañera conmigo y besándome con furia me sentó a horcajadas sobre él. A pesar de mi ansiedad, no quise correr demasiado, él acababa de llegar, así que me deleité en las nuevas sensaciones. Me gusta notar su polla crecer más y más en mi interior y años de práctica con las bolas chinas me permiten jugar con ella, apretarla y soltarla a mi gusto, haciendo crecer su excitación a mi antojo.

Poco a poco fui aumentando el ritmo de la penetración. Ahora más rápido, ahora más lento. Su cara era ya todo un poema, nunca lo había visto tan fuera de sí, pero no quise liberarlo todavía. Reduje de nuevo el ritmo para darle tiempo a calmarse un poco, sólo lo justo. Otra vez más deprisa, hasta llevarle al límite pero el juego estaba siendo demasiado excitante. Me quedé prácticamente inmóvil sobre él, ejerciendo de nuevo presión con mis músculos vaginales. Con sus ojos me pedía que no parara pero sabía que el resultado merecería la pena. En cuanto volví a montarle con fuerza empezó a gemir, éso me excitó aún más y en segundos un espectacular orgasmo nos recorrió a los dos a la vez.

martes, 17 de mayo de 2011

El reto de los siete días

Hace muchos años ya que leí en una conocida revista un artículo en el que la periodista se había sometido a un particular reto: hacer el amor todos los días durante toda una semana y narrar su experiencia para la revista. Es una idea que se me ha quedado en mente desde entonces y que he intentado emular en repetidas ocasiones, con resultados dispares.

Me propongo intentarlo de nuevo y de paso os invito a probarlo también. Es sorprendente cómo cuánto más se hace el amor más apetece y, por el contrario, cuanto menos se hace, más pereza da. No dejemos que nuestra relación caiga en el aburrimiento. ¿Vamos a por el reto de los siete días?


Algunas pensaréis "bah, está chupado", eso pensé yo la primera vez que lo leí... qué tiempos aquéllos... pero quienes estéis ya metidos en la rutina de la relación, la casa, el trabajo, los hijos etc, etc, etc. sabréis que no es tan fácil como parece. Sin embargo vale la pena, os lo aseguro. Los primeros días quizás suponga un pequeño esfuerzo pero pronto iréis como una moto. Todas conocéis ya los indudables beneficios del sexo frecuente, ¿no? pues ¡a por ello!

Por supuesto, no puede convertirse en una obligación sin más. Tratad de hacerlo divertido: disfraces, lencería sexy, juguetes varios. ¡Dadle poder a vuestra imaginación!

Bueno, ¿quién se anima a intentarlo?

jueves, 12 de mayo de 2011

Cosas del facebook

Estaba aburrida. Me cansaba ya de leer, me cansaba de ver la tele, me cansaba de todo. Casi por inercia encendí el ordenador para revisar, una vez más, mis emails y ver si había actualizaciones en alguno de mis blogs favoritos. Nada nuevo. Estaba a punto de cerrar también el facebook cuando me saltó a la vista un nuevo comentario de un viejo amigo que también estaba conectado. Había sido algo más que un amigo en sus tiempos, pero algo menos que un novio. Digamos que fuimos amigos con derecho a muchos roces. Teníamos mucha complicidad y el sexo era estupendo. Ninguno de los dos quería que la cosa fuera a más así que el acuerdo tácito era perfecto. Me preguntaba por qué se rompió aquéllo... no pasó nada en realidad. Supongo que simplemente la vida nos fue llevando a cada uno por un lado y fuimos perdiendo el contacto. Pero magic facebook nos había reunido de nuevo, a su estilo, claro, te tienes ahí y te haces el mismo poco caso que antes pero al menos parece que te tienes más controlado.

Pero ya lo he dicho... estaba aburrida. Le abrí un chat, con la esperanza de que él también lo estuviese. Unas pocas frases típicas de introducción y en cuanto me confirmó que también estaba sólo en casa y sin nada en especial que hacer empezamos a animarnos. Primero recordando viejos tiempos, viejas historias compartidas, viejos polvos... la complicidad entre nosotros reapareció como si nunca nos hubiéramos separado.

Poco a poco la conversación fue subiendo de tono. Tras los clásicos ¿qué llevas puesto? (los dos estuvimos de acuerdo en pasar de la webcam) empezamos con un seductor streap tease virtual. Le pedí que se quitara la camisa, recordando sin dificultad la forma y tacto de su torso. Con su imagen todavía en mente le hice caso y me quité mi propia blusa. Me pidió que me acariciara el pecho, también él recordaba muy bien mis curvas, y le fui contando mis sensaciones al dejar resbalar las yemas de mis dedos por la suave piel, cómo mi pezón se endurecía al contacto... él me pidió permiso para quitarse los pantalones, empezaba a encontrarse incómodo. Se lo dí, pero con la condición de que se dejara puesta la ropa interior. Me estaba gustando la experiencia, no quería acabar tan rápido. Accedió pero con una nueva condición, yo debía quitarme la falda. Me contó que todavía a veces soñaba con mis largas piernas y le recordé aquélla vez en la bañera en la que decidimos emular la famosa escena de Pretty Woman.


Obviamente el recuerdo de mis piernas rodeando su cuerpo desnudo le excitó. Confesó que había empezado a tocarse. Sin quitarse los boxers, eso sí, seguía esperando mi permiso para hacerlo. Me concentré un momento en recordar su cuerpo, delgado pero fibroso, tonificado pero no musculoso. ¿Estaría igual? había pasado mucho tiempo. Pero no quería la webcam para comprobarlo, mejor rescatar mi imagen de él, tal vez idealizada por el tiempo. Tampoco me hacía gracia que él comprobara los cambios en el mío.

Un escalofrío de placer recorrió mi cuerpo recordando sus boxers siempre "ajustaditos sin exagerar" como decía él. Cómo se abultaban en cuanto mis expertas manos comenzaban a recorrer su cuerpo. Lo imaginé exactamente así y no pude evitar empezar a tocarme yo también. Le pedí que me guiara, que imaginara que eran sus manos las que recorrían mi cuerpo y me fuera dando instrucciones. Siguiendo sus órdenes rocé levemente mis pechos y enseguida bajé hacia el vientre. No había olvidado que era una de mis zonas más sensibles. Haciendo gala de su buena memoria me guió sabiamente hacia las ingles y cara interna de los muslos, de vuelta al vientre y a los pechos. "Esta vez sin sujetador", me pidió. Me lo quité, aprovechando para describírselo: negro y de encaje, como a él le gustaban. A partir de ahí me dio vía libre para continuar a mi gusto y adiviné que estaba ya tan excitado que no podía seguir escribiendo. Para ser sincera, yo estaba igual. Por fin le permití quitarse los boxers y masturbarse libremente. En unos pocos minutos los dos estábamos de vuelta y los dos francamente sorprendidos de la intensidad del... ¿encuentro? hay que ver, lo que da de sí el facebook, pensamos.

Afrodita
elenazaragoza@secretisima.com

martes, 10 de mayo de 2011

¿Aún no tienes tus bolas chinas?

Vaya, seguro que la mayoría ya las tenéis, para mí es el auténtico imprescindible entre los juguetes eróticos, más que nada porque no es sólo un juguete. De hecho, así entre nosotras, os diré que no es ésa su mejor cualidad.


¿Las conocéis verdad? esas dos bolitas tan monas y tan suavecitas unidas por un fino cordel. Yo no sé con qué las hacen pero tienen un tacto sedoso, un poco como la piel de melocotón pero sin los inconvenientes de las alergias que suelen provocar. Pero ¿sabéis cuál es su origen? pues según cuentan, su historia se remonta a un antiguo emperador del Japón feudal. Por lo visto las encargó para sus concubinas. No debía ser un hombre muy paciente porque lo que quería conseguir con las bolas era que sus mujeres estuvieran ya preparadas cuando él quisiera sexo, vamos, que lo de los preliminares no le iba mucho al hombre (él se lo perdía, ¿no?) Debía funcionarles bien porque su uso se extendió a las geishas, por lo que también se conocen como bolas de geisha.

¿Y cómo se usan? pues tan fácil como ponerse un tampón, con la ventaja además de que se les puede poner una gotita de lubricante para que entren mejor (aunque tampoco hace falta) A la hora de sacarlas no hay más que tirar suavemente del cordelito. Pues eso, como un tampón, pero mucho más divertido. ¿Por qué? pues porque las dos bolitas, a su vez, llevan en su interior otras dos bolitas más pequeñas que van vibrando en su interior con el propio movimiento del cuerpo. Esto tiene dos efectos:

- por un lado una constante sensación de hormigueo ahí dentro que, seamos francos, excitar excitar no es que excite, pero oye, agradable sí es.

- y por otra parte, y para mí la más interesante del artilugio, hace que los músculos del suelo pélvico se contraigan inconscientemente para sujetarlas. O sea, como los famosos ejercicios de Kegel, estos que todas sabemos que deberíamos hacer todos los días y no hacemos.

Ya sabéis que lo que hacen estos ejercicios es fortalecer los músculos pélvicos, con lo que no sólo prevenimos posibles problemas futuros como incontinencias urinarias, sino que mejoran muchísimo el sexo. Pensadlo por un momento. Si os habéis acostumbrado a apretar y soltar esa zona... ¿qué no podréis hacer con el miembro de vuestra pareja dentro? por no hablar de que la tonificación muscular que se consigue hace que esté todo ¿cómo decirlo? como más apretadito, y por tanto nuestro propio placer es mucho mayor.

¿Todavía queda alguna por ahí sin sus bolas de geisha? Os lo pongo fácil. Podéis comprarlas cómodamente aquí mismo o pedirlas en vuestra próxima reunión tapersex.

Afrodita
elenazaragoza@secretisima.com

jueves, 5 de mayo de 2011

Una reunión familiar algo distinta (parte II)

Llevaba ya un buen tramo con mi mano deslizándose descaradamente por su trasero pero en los últimos metros hasta el portal decidí mostrarme aún más osada. Pasaba gente por la calle pero cada uno tan a su aire que me decidí. Me quedé un par de pasos atrás y, tan disimuladamente como pude, que me temo que no fue mucho, me desabroché el sujetador y me lo quité deslizándolo por las mangas del vestido, afortunadamente bastante cortitas. Para cuando él se dio cuenta de que me había quedado atrás yo ya le estaba entregando con un brillo inconfundible en los ojos un rojo rebullo de tela que en principio no identificó. Cada vez más convencido de que me estaba volviendo loca, empezó a deshacerlo pero, cuando vio lo que era, lo volvió a guardar rápidamente mirándome con la boca abierta y ojos rebosantes de deseo.

Ya estábamos en el portal. Entramos rápidamente y, para su sorpresa, aproveché el pequeño hueco de acceso a los buzones para camuflarme un segundo y quitarme el tanga, rojo pasión, y de paso el huevo vibrador, quería la zona libre... Para entonces, el bulto de su entrepierna ya empezaba a hacerse más que evidente. Pasé del ascensor, al que él ya había llamado, con evidente prisa por llegar a casa, y empecé a subir despacio las escaleras, invitándole a seguirme. Sentía su mirada, unos escalones por detrás, fija en mis rotundas y duras nalgas. Intentaba atraparme, tocarme, pero yo quería vengarme de sus jueguecitos con el vibrador y no permití que me alcanzara. Todavía no.




Por fin, entre el tercer y el cuarto piso, me paré. Me giré y vi que subía hacia mí con la cara desencajada de deseo. No me extrañó que no me hubiera alcanzado antes, con semejante hinchazón entre las piernas no entendía ni cómo había logrado subir tantas escaleras. Pero tenía una buena motivación, obviamente. En cuanto llegó a mí se abalanzó a besarme. Esta vez le dejé hacer. Yo misma estaba ya tan excitada que no hubiera podido retrasar más el momento ni aunque hubiera querido. Mientras me besaba con furia y acariciaba mis pechos, le solté el cinturón, desabroché botón y cremallera y le bajé los pantalones, aprovechando para rozar más o menos furtivamente su durísimo miembro. Su gemido me indicó que estaba aún más preparado de lo que pensaba. También yo estaba a punto, esta vez no había tiempo, ni necesidad, de andarse con preliminares. Le bajé los boxers, que tan bien le quedaban y sin darle tiempo a más lo senté en un escalón y me monté sobre él. El huevo vibrador no sólo había sido muy divertido. Lo cierto es que había hecho bien su trabajo, estaba ya tan mojada que no podía esperar a sentir su gran polla en mi interior. Con un movimiento rápido la introduje en mí y cabalgué sobre él tan lentamente como nuestra creciente excitación nos lo permitió. Hice lo posible por alargar el momento pero lo cierto es que ninguno de los dos podía esperar mucho más. Unos últimos movimientos rápidos y estallamos a la vez en un explosivo orgasmo.

Apenas podíamos creerlo. Nunca habíamos tenido una experiencia tan simple y a la vez tan intensa, tan rápida, tan salvaje, tan puramente física, y sin embargo tan espectacular.

Afrodita
elenazaragoza@secretisima.com

martes, 3 de mayo de 2011

El consejo sexy de mayo

Para el jueves prometo continuación del relato, pero hoy prefiero inaugurar mayo con una sugerencia para el mes.

Para mayo se me ocurre lo siguiente:

1. escribe un relato erótico para tu pareja. Tiene que ser absolutamente personalizado, nada de copiar de aquí y de allá, y cuidado con lo que escribes (verás por qué en el punto 3)


2. una noche, antes de acostaros, léeselo con voz susurrante (o dáselo y deja que lo lea él, pero no es lo mismo)

3. organízalo todo para ser capaz de poner en práctica el día que escojas todo lo narrado en el relato, punto por punto.

Yo lo hice una vez un poco antes de mi cumpleaños. El relato hablaba precisamente de una celebración un tanto especial. Se lo dí para que lo leyera como dos o tres semanas antes y todo ese tiempo estuvo preguntándose si realmente pondríamos en práctica todo lo que narraba el día de mi cumple. Y sí, lo hicimos, lo hicimos... os aseguro que fue una de las veladas más excitantes de mi vida (por suerte ha habido otras, pero pocas comparable a aquélla)

Si os portáis bien (y encuentro el relato, que esa es otra) ya os lo pondré algún día. Y de paso, os animo a enviarme vuestros propios relatos a la dirección de ahí abajo. El mejor recibirá un sexy regalito. Tenéis de tiempo todo el mes de mayo. ¡Animaos!

Afrodita
elenazaragoza@secretisima.com