jueves, 28 de abril de 2011

Una reunión familiar algo distinta (parte I)

Despedí al mensajero con la mejor de mis sonrisas. En el interior del aparentemente inofensivo paquetito que me acababa de entregar había algo que cambiaría radicalmente la pesadísima, aburridísima y siempre irritante reunión familiar del sábado. Familiar políticamente hablando además, porque a los que habría de aguantar una vez más serían a los padres, tíos y primos de mi novio, si aún fueran los míos… menos mal del abuelo Paco, él sí sabía poner en su lugar a la pelma de mi futura suegra. Era el único que me echaba un cable cuando me dirigía sus mordaces comentarios.

Pero esta vez sería distinto. La idea se me había ocurrido durante una reunión tapersex con mis amigas. Había muchos productos divertidos y sugerentes pero entre todos ellos uno me llamó especialmente la atención. Tenía que ser mío. Lo busqué entre los otros productos del paquete, lo demás podía esperar. Y sí, ahí estaba; mi nuevo y flamante huevo vibrador. Pensé en contarle enseguida a mi novio mis planes pero finalmente decidí no hacerlo. Sería más divertido pillarle por sorpresa.

Por fin llegó el día de la cena. Mi novio se sorprendió de mi buen humor. La última vez que me hizo ir a su reunión familiar me tuvo de morros tres días completos. Esta vez no, esta vez me maquillé con especial mimo, me puse un vestido rojo nuevo, ligeramente ajustado… me miró incrédulo pero sin hacerle ni caso desaparecí en el cuarto de baño y de mi cajón secreto saqué mi nuevo juguete. Una gotita de lubricante y adentro, me sorprendió la facilidad con la que entró, juraría que me costó más ponerme el último tampax… Guardé el mando en el bolso, esperaría hasta el último momento para sacarlo.

Por el camino, mi chico seguía sin poder creérselo, me miraba parlotear animadamente y no salía de su asombro:

- “Afro, cariño, tú te acuerdas de que el concierto es mañana, ¿no? Que hoy donde vamos es a casa de mis padres…”
- “pues claro que me acuerdo, cielo, vuestras reuniones familiares son de todo menos inolvidables”

Cambié rápidamente de tema, no quería desvelar nada antes de tiempo. De todas formas estábamos a punto de llegar. En el último momento tuve una punzada de desazón. Con huevo vibrador y todo, esas reuniones eran definitivamente insoportables. Pero si no podía librarme de ella, al menos trataría de pasarlo lo mejor posible. Nada más entrar en el ascensor de su casa, deslicé discretamente el mando en su mano. Se lo quedó mirando con cara de despistado pero el suave tacto y el agradable color rosita debió sonarle porque de repente se le iluminaron los ojos y me miró con la boca abierta de par en par.

- “Sí, exacto”, le dije. “Por fin vamos a tener una reunión familiar divertida en esta casa”

Por una vez, cuando nos abrieron la puerta, los dos entramos radiantes, para mayor sorpresa de mi suegra, que a pesar de todo no perdió comba:

- “Afrodita, querida, qué vestido tan espectacular… pero has cogido unos kilitos, ¿no?”
- “ay, sí, por fín, no sabes qué ganas de tenía de coger algunas curvas, ahora tu hijo no me quita ojo de encima, ya sabes que las flacas no le gustan nada”

Como premio a mi respuesta, recibí mi primera descarga vibratoria. A pesar de haberlo planeado todo yo misma no pude evitar un pequeño sobresalto. Tenía más potencia de la que había imaginado. Por un momento me preocupó el sonido, yo lo oía con claridad pero al parecer nadie más podía advertirlo entre el ruido ambiente. Mi novio se alejó a hablar con sus primos pero no se molestó en apagar el aparatito así que me quedé entre sus tíos, más contenta que unas pascuas, tratando de que no se me notara demasiado feliz.


Por fin noté cómo paraba. Me gustaba la sensación, él estaba lejos de mí, hablando con unos y con otros, aparentemente sin hacerme el menor caso, pero en realidad estaba pendiente de mí en todo momento. Se divertía buscando los momentos más embarazosos para ponerme a cien con el juguetito. Yo me estaba poniendo como una moto pero obviamente él también se lo estaba pasando de cine a mi costa.

El jueguecito se alargó durante toda la comida pero para cuando llegaron los postres yo ya estaba tan excitada que no podía pensar más que en llevármelo de allí, a alguna habitación separada. Pero ninguna de mis insinuaciones tuvo éxito. El muy traidor sólo consistió en darme un pequeño respiro pero para cuando pasamos a las copas ya estaba dándome caña de nuevo. Entendedme bien, el huevo vibrador no tiene potencia suficiente como para llevarte a un orgasmo, y no provoca sensaciones tan fuertes que no puedas disimular ante otros, ahí está precisamente la gracia en su uso, se puede utilizar en público con total tranquilidad, pero ¡hay que ver cómo te pone! Yo jamás de los jamases habría pensado en ningún tipo de sexo furtivo en una casa llena de familiares, y sin embargo esa noche no podía pensar en ninguna otra cosa. Deseaba arrancarlo de la mesa y llevarlo arrastras hasta su antigua habitación, tumbarlo sin contemplaciones y… “no, no, Afrodita”, pensé, “esto no puede ser, bastante cachonda estás ya como para te pongas a fantasear”

Me acerqué a su tío Roberto. No se me ocurría nada más antierótico que sus grasientos bigotes tan largos que rozaban por los lados la enorme papada. Funcionó por unos momentos, el vibrador estaba parado y mi líbido caía en picado pero no podía ser tan sencillo, claro. En ese momento se nos acercó su hijo. Nunca había conocido un padre y un hijo tan distintos entre sí. Nunca me había caído demasiado bien, la verdad, pero algo había que reconocer, tenía un cuerpazo impresionante, resultado de horas y horas de gimnasio y deportes varios. Reconocí una chispa traviesa en la mirada de mi chico y al mismo tiempo una nueva oleada de vibraciones en mi interior.

Esta vez se había pasado de listo. Empecé a quejarme a todo el que quiso escucharme de un fuerte dolor de cabeza y me las arreglé para sacar a mi novio de esa casa tan rápido como pude. En cuanto llegamos a la calle, estalló en carcajadas. Definitivamente le había gustado el jueguecito. Yo seguía deseando asaltarlo allí mismo, en cualquier esquina, pero un ramalazo de lucidez me recordó que estábamos a tiro de piedra de nuestra propia casa. Y de paso que nos encontrábamos en una zona bastante concurrida de la ciudad, incluso de noche. No habría sido sensato arriesgarse tanto.

Nunca el trayecto entre las dos casas me había resultado tan largo, y a la vez tan excitante.

1 comentario:

  1. ¿Qué os parece el relato hasta ahora? contadme vuestras impresiones o cómo lo continuarías...

    Al parecer ha habido algunos problemillas para comentar desde cuentas de google, pero si sigue fallando, podéis hacerlo como anónimos sin problema (eso sí, ponedme el nombre al final, please, así nos vamos conociendo)

    Afrodita

    ResponderEliminar

Cuéntame qué piensas