viernes, 19 de febrero de 2010

RELATO EROTICO: LA MARTA (III PARTE)

Lamía los pezones de Marta con picardía y no poco desespero, y ella hizo lo suyo con la polla vibrante de su “Chutxo”, lástima el precario equilibrio de sus patas traseras y delanteras, igual de gustoso debe haberle resultado al Chutxo porque quedábase más tranquilo y más habitual que una perra cuando la lamen sus críos.

Marta sentía gran placer de oír el chupeteo de la lengua ligera sobre sus pezones, algo extraño y a la vez familiar, su perro era para variar su mejor amigo..y quién iba a decir cuando se lo regalaron que sería su mejor juguete sexual.

Embelesada y entretenida en todo lo que le estaba ocurriendo Marta paseaba sus manos sobre su cuidada figura, se sentía supermujer, una mujer insoportablemente exitada, profundamente hembra, no se podía ser más hembra. Apuró un chorro de leche condensada sobre su coño, y de ahí hacia su pubis era corto el camino, “Chuxto” no perdonaba una golosina, lamió cada hilillo de leche que brotaba de la comisura de los labios del coño de su ama.

Marta iba segregando más golosina “de la otra”, una fuerte lubricación le dio la señal para querer ir a más, su vibrador maxitalla estaba en algún rincón que no alcanzaba ver, no quería distraerse, una gran pasión la envolvía y un fuerte deseo de ser penetrada por su coño caliente una y otra vez.

El hocico puntiagudo de “Chutxo” ya era lo suficiente divertido y apropiado, como el coño de La Marta tampoco perdonaba, no dejó en vano el momentazo que su mascota le estaba haciendo pasar, se abrió más ante él como un libro de lectura fácil, riéndose y relamiéndose dejó que “Chutxo” oliera y mordiera bien rico dentro de su coño. Y es que en el coño de La Marta cabía perfectamente una cesta de bananos.

“Chutxo” era sin duda un animal feliz, sin más alternativa que dejarse poner el morro pegajoso y encharcado, excepto porque cada embestida de Marta contra sí ponía en peligro la vida del pobre perro que ya gemía por el poco oxígeno.

Sintió las patotas peludas de su mascota sobre su espalda y su polla metida dentro de ella que estuvo un buen rato a cuatro patas, poderosa y mantecosa, le bastó para sentir una deliciosa sensación de posesión, otra vez era ella, la hembra poseída, penetrada, follada, su coño era refugio de placer . Cosa que la hacía autoconvencerse una vez más que era la hembra más auténtica de toda la cuadra, gimió al unísono con su perro, la sensación del pelaje de la criatura le producía además un cosquilleo indescriptible.

Se incorporó y regó el resto de leche condensada desde su pubis hasta su pecho, apretó una teta contra la otra y se deleitaba en ver el chapotear entrepechos producto del vaivén en que estaba envuelto su cuerpo, relamió el resto de leche que goteaba de su boca y sonrió.

¡ Vaya, qué bien Chutxo....mi Chutxito ¡

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