jueves, 5 de mayo de 2011

Una reunión familiar algo distinta (parte II)

Llevaba ya un buen tramo con mi mano deslizándose descaradamente por su trasero pero en los últimos metros hasta el portal decidí mostrarme aún más osada. Pasaba gente por la calle pero cada uno tan a su aire que me decidí. Me quedé un par de pasos atrás y, tan disimuladamente como pude, que me temo que no fue mucho, me desabroché el sujetador y me lo quité deslizándolo por las mangas del vestido, afortunadamente bastante cortitas. Para cuando él se dio cuenta de que me había quedado atrás yo ya le estaba entregando con un brillo inconfundible en los ojos un rojo rebullo de tela que en principio no identificó. Cada vez más convencido de que me estaba volviendo loca, empezó a deshacerlo pero, cuando vio lo que era, lo volvió a guardar rápidamente mirándome con la boca abierta y ojos rebosantes de deseo.

Ya estábamos en el portal. Entramos rápidamente y, para su sorpresa, aproveché el pequeño hueco de acceso a los buzones para camuflarme un segundo y quitarme el tanga, rojo pasión, y de paso el huevo vibrador, quería la zona libre... Para entonces, el bulto de su entrepierna ya empezaba a hacerse más que evidente. Pasé del ascensor, al que él ya había llamado, con evidente prisa por llegar a casa, y empecé a subir despacio las escaleras, invitándole a seguirme. Sentía su mirada, unos escalones por detrás, fija en mis rotundas y duras nalgas. Intentaba atraparme, tocarme, pero yo quería vengarme de sus jueguecitos con el vibrador y no permití que me alcanzara. Todavía no.




Por fin, entre el tercer y el cuarto piso, me paré. Me giré y vi que subía hacia mí con la cara desencajada de deseo. No me extrañó que no me hubiera alcanzado antes, con semejante hinchazón entre las piernas no entendía ni cómo había logrado subir tantas escaleras. Pero tenía una buena motivación, obviamente. En cuanto llegó a mí se abalanzó a besarme. Esta vez le dejé hacer. Yo misma estaba ya tan excitada que no hubiera podido retrasar más el momento ni aunque hubiera querido. Mientras me besaba con furia y acariciaba mis pechos, le solté el cinturón, desabroché botón y cremallera y le bajé los pantalones, aprovechando para rozar más o menos furtivamente su durísimo miembro. Su gemido me indicó que estaba aún más preparado de lo que pensaba. También yo estaba a punto, esta vez no había tiempo, ni necesidad, de andarse con preliminares. Le bajé los boxers, que tan bien le quedaban y sin darle tiempo a más lo senté en un escalón y me monté sobre él. El huevo vibrador no sólo había sido muy divertido. Lo cierto es que había hecho bien su trabajo, estaba ya tan mojada que no podía esperar a sentir su gran polla en mi interior. Con un movimiento rápido la introduje en mí y cabalgué sobre él tan lentamente como nuestra creciente excitación nos lo permitió. Hice lo posible por alargar el momento pero lo cierto es que ninguno de los dos podía esperar mucho más. Unos últimos movimientos rápidos y estallamos a la vez en un explosivo orgasmo.

Apenas podíamos creerlo. Nunca habíamos tenido una experiencia tan simple y a la vez tan intensa, tan rápida, tan salvaje, tan puramente física, y sin embargo tan espectacular.

Afrodita
elenazaragoza@secretisima.com

4 comentarios:

  1. wow! ¿de verdad hace eso el huevo vibrador?

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  2. si, yo lo he probado y es cierto....que pasada la experiencia!!!

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  3. la verdad es que me parece un relato lo mas excitante, puede resultar erótico pero lo bueno es que, te da consejos para animar un poco las "reuniones familiares" jejeje me ha gustado

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  4. Es verdad, te deja preparadita, preparadita... es una experiencia que hay que probar

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