jueves, 2 de junio de 2011

Arte comestible (parte I)

Esa noche le esperaba más impaciente que nunca. Después de un largo viaje, estaba deseando probar con él mi último capricho.


Por fin, después de varios retrasos, llegó a casa. Le esperaba vestida únicamente con una suave batita de seda pero aún tendría que esperar un poco más. Venía tan cansado del viaje que necesitaba con urgencia una ducha. No me importó. De hecho tampoco era mala idea. Le pedí que dejara la puerta del baño abierta para observarle, a lo que no puso ninguna objeción.

Me puse cómoda mientras él se desvestía. Casi dos semanas sin verle y mi imaginación, que llevaba ya un buen rato anticipando el momento, me tenían en un agradable estado de semiexcitación que iba aumentando según iban deslizándose sus prendas de ropa. Hubiera preferido un streaptease más elaborado pero se le veía tan agotado que no quise insistir. Prefería que se relajara tranquilamente bajo el agua tibia y saliera de la ducha en plena forma.

De todas formas, para mí ya era todo un placer observar su bien modelado cuerpo, sus fuertes manos enjabonando suavemente su torso, recorriendo sus largas piernas, sus torneados brazos... no pude evitar acariciar también mi cuerpo mientras observaba con creciente placer cómo su miembro comenzaba a crecer. Los dos seguimos durante un ratito acariciándonos y mirándonos pero no tardó mucho en decidir salir y pasar a otro escenario más cómodo.

Lo llevé directamente a la cama y le pedí que se tumbara boca arriba y se estuviera quietecito. Me quité despacio la bata y, totalmente desnuda, salí de la habitación en busca de mi particular "cofre de los tesoros" del que extraje un apetecible botecito con su pincel incorporado.

Empezaba la clase de arte...

1 comentario:

  1. Venga, contadme, ¿qué haríais, o habéis hecho ya, con la pintura de chocolate comestible?

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